sábado, 22 de enero de 2011

Manzano en flor (óleo sobre tela) 41x33


A la rama que me hirió

Naciste orgullosa de un manzano altivo
preñado de lujuria. De sus ramas viejas
colgaban como lágrimas de fuego
sus rojos frutos, que me incitaron al pecado
y yo, débil mortal que dominarme no puedo
acudí a su llamada sumiso.
Como puñal de acero celoso de tú estatus
te clavaste en mi hombro sin sopesar que puedo,
herido en mis deseos,
cortándote por tú cruz:
hacerte tizón en llama ardiente
triturarte;
para qué en mil destellos de la madera que fuiste,
en un venteo,
el aire te acaricie suavemente
hasta que desaparezcas.
¡Pero no!
Vendrás conmigo hasta el fin de mi camino
y sufrirás en silencio el desprecio del herido.
Tú no recordarás de dónde vienes
y yo recordare en ti la gula, y como vino.
¡Serás capado de la savia que te da vida!!
Serás coronado de resinas protectoras!
Y en tu urna de cristal, y en un momento,
serás recuerdo de mi lascivia.
¡Que toda vía hoy lamento!.

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