Kandinsky (Composición VIII)
Y explosionó el Orbe
y vino el caos
y se asustaron otros universos,
tuvieron miedo.
monótonamente, como letanía.
Poco apoco, bien orquestado,
como si del niño Mozart se tratara
se estaba empezando a escribir
en un pentagrama universal,
y fueron colocándose los planetas
en su justa línea, para no desentonar.
No querían defraudar;
Y humildemente, como sin fuerza,
los colores amanecieron
al ritmo de la sinfonía;
Y el poeta,
que hablaba desde el corazón,
cogió pinceles y robó;
Le robó los colores a la música
y se los regaló a la vida;
Y esta se dio cuenta entonces
de lo bella que era.
Mientras los recién nacidos
se asomaban vergonzosos
al ojo altivo de la medida
para poder justificar su sitio
y sentir como los demás.
vio el orbe, ya no es el mismo
pero aun le queda
su música y sus colores.